viernes, marzo 07, 2008

Preparados para el Cielo-CIUDADANOS DEL REINO

Preparados para el Cielo - 7 de marzo

CIUDADANOS DEL REINO

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. (Efe. 2: 19).

Jesús dice: "He aquí yo vengo pronto" (Apoc. 22: 12). Debemos tener siempre presentes estas palabras, y obrar como quienes creen de veras que la venida del Señor se acerca, y que somos peregrinos y advenedizos en la tierra.

Debemos aprovechar diligentemente todo medio de gracia para que el amor de Dios abunde más y más en el alma, "para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia" (Fil. 1: 10, 11). Vuestra vida cristiana debe asumir formas vigorosas y robustas. Podéis alcanzar la alta norma que se os presenta en las Escrituras, y debéis hacerlo si queréis ser hijos de Dios. No podéis permanecer quietos; debéis avanzar o retroceder. . .

¿Queréis tener un crecimiento cristiano raquítico, o queréis hacer sanos progresos en la vida divina? Donde hay salud espiritual hay crecimiento. El hijo de Dios crece hasta la plena estatura de un hombre o una mujer en Cristo. No hay limite para su mejoramiento.

Algunas personas que deberían ser fuertes y estar bien cimentadas en Cristo, son como bebés en lo que se refiere al entendimiento y el conocimiento experimental de las obras del Espíritu de Dios. Después de muchos años de experiencia, apenas llegan a poseer las primeras nociones de ese gran sistema de fe y doctrina que constituye la religión cristiana. No comprenden en qué consiste la perfección del carácter que recibirá esta elogiosa aprobación: "Bien hecho". . .

Tenemos que ganar grandes victorias, o perder el cielo. El corazón carnal debe ser crucificado; porque tiende hacia la corrupción moral, y el fin de ella es la muerte. . . Orad para que las poderosas energías del Espíritu Santo, con todo su poder vivificador, recuperador y transformador, caigan como un choque eléctrico sobre el alma paralizada, haciendo pulsar cada nervio con nueva vida, restaurando todo el hombre, de su condición muerta, terrenal y sensual a una sanidad espiritual. Así llegaréis a ser participantes de la naturaleza divina. . . y en vuestras almas se reflejará la imagen de Aquel por cuyas heridas somos sanados. 74

¡HE AQUI EL SEÑOR VIENE; SALID A RECIBIDLE! - ¡VEN, SEÑOR JESUS! (Mat. 25: 6; Ap. 22: 20)