lunes, setiembre 12, 2005

¡MARANATA: EL SEÑOR VIENE! - (Viernes, 09 de Setiembre)

El Fin del Tiempo de Prueba
EL CLAMOR POR PAZ Y SEGURIDAD

Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. (Jer. 6: 14).

Los católicos, los protestantes y los mundanos. . . verán en. . . [la triple] unión un gran movimiento para la conversión del mundo y el comienzo del milenio tan largamente esperado.

"El día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas" (2 Ped. 3: 10). Cuando los razonamientos de la filosofía hayan desterrado el temor a los juicios de Dios; cuando los maestros de la religión nos hablen de largos siglos de paz y prosperidad, y el mundo se dedique por completo a sus negocios y placeres, a plantar y edificar, a fiestas y diversiones, y desechando las amonestaciones de Dios, se burle de sus mensajeros, "entonces vendrá sobre ellos destrucción de repente. . . y no escaparán" (1 Tes. 5: 3).

Como los habitantes del valle de Sidim, la gente sueña ahora con prosperidad y paz. "Escapa por tu vida", es la advertencia de los ángeles de Dios; pero se oyen otras voces que dicen: "No os inquietéis, no hay nada que temer". La multitud vocea: "Paz y seguridad", mientras el cielo declara que una rápida destrucción está por caer sobre el transgresor. En la noche anterior a su destrucción, las ciudades de la llanura se entregaron desenfrenadamente a los placeres, y se burlaron de los temores y advertencias del mensajero de Dios; pero aquellos burladores perecieron en las llamas; en aquella misma noche la puerta de la gracia fue cerrada para siempre para los impíos y descuidados habitantes de Sodoma.

Dios no será siempre objeto de burla; no se jugará mucho tiempo con él. "He aquí el día de Jehová viene, crudo, y de saña y ardor de ira, para tornar la tierra en soledad, y raer de ella sus pecadores" (Isa. 13: 9). La inmensa mayoría del mundo desechará la misericordia de Dios, y será sumida en pronta e irremisible ruina.

Pero el que presta oídos a la advertencia y "habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente". "Escudo y adarga es su verdad" (Sal. 91: 1, 4). 259